8/24/2009

FÉ: ¿UNA CREENCIA ILÓGICA QUE NO SE PUEDE PROBAR? Por John Stott

He querido saber si hay otra virtud cristiana más comprendida que la fe. Comencemos con dos aspectos negativos. Primero, fe no es credulidad. El americano H.L., Menvhekn, crítico anti-sobrenaturalista del cristianismo, cierta vez afirmó que “la fe puede ser definida concisamente como siendo una creencia ilógica en la ocurrencia de lo improbable”. Pero Mecken erró: Fe no es credulidad. Ser crédulo es ser ingenuo, completamente desprovisto de cualquier crítica, sin discernimiento, incluso irracional, en lo que cree. Sin embargo es un gran error suponer que la fe y la razón son incompatibles. La fe y la visión son puestas en oposición, una a la otra, en las Escrituras, pero nunca la fe y la razón. Por el contrario, la fe verdadera es esencialmente racional, porque se basa en el carácter y en las promesas de Dios. El creyente en Cristo es alguien cuya mente medita y se afirma en esas certezas.

En segundo lugar, fe no es optimismo. En eso parece que Normam Vicent Peale se confundió. Mucho de lo que él escribió es correcto. Su convicción básica se refiere al poder de la mente humana. Él cita a William James, que dijo que “El mayor descubrimiento de esta generación es saber que los hombres pueden cambiar sus vidas alterando sus actitudes mentales” y Ralph Waldo Emerson, “El hombre es lo que piensa durante todo el día”. Así, el Dr. Peale desarrolla su tesis sobre el pensamiento positivo, lo cual él acaba por igualar (erradamente) con la fe. Lo que es precisamente esa “fe por la cual aboga?” Su primer capítulo del libro El Poder del Pensamiento Positivo tiene el significativo título de Tenga “Confianza en Sí Mismo”.

En el capítulo 7 (“Espere siempre lol Mejor y consigalo”) él hace una sugerencia que garantiza que sera lo correcto. Lea el Nuevo Testamento, dice él, destaque “una docena de conceptos sobre la fe, los que más le gustan”, y busque memorizarlos. Que esos conceptos de fe permeen su mente consciente. “Repítalos muchas veces”. Ellos se impregnarán en su subconsciente y ese proceso lo transformará en un creyente”. Hasta que esto parece ser algo prometedor. Pero, espere un poco. Cuando la Biblia se refiere al “escudo de la fe”, prosigue él, ella está enseñando una “técnica de fuerza espiritual”, a saber, “fe, creencia, pensamiento positivo, fe en la vida. Esta es la esencia de la técnica que ella enseña”. El Dr. Peale prosigue citando algunos versículos maravillosos, tales como “si podes! Todo es posible al que cree”; “si tuvierais fe... nada os será imposible”, y hágase “conforme a vuestra fe”. Pero, entonces él estropea todo, al explicar este último texto de la siguiente manera: “de acuerdo con la fe que usted tuviera en sí mismo, en sus capacidadedes, en Dios, es lo que tendrá y no más que eso”.

Estas citas bastan para mostrar que el Dr. Peale aparentemente no hace ninguna distinción entre la fe en Dios y la fe en sí mismo. De hecho, lo que él demuestra es no preocuparse absolutamente con el objeto de la fe. Él recomienda, como parte de su sistema de acabar con las preocupaciones, que la primera cosa a hacer todas las mañanas, cuando despertemos y antes de que nos levantemos, es decir en voz alta “yo creo!” tres veces; pero él no nos dice en que debemos estar afirmando que creemos con tanta confianza e insistencia.

Las últimas palabras de su libro son simplemente “tenga fe, y vivirá feliz”. Pero fe en que? Creer en quién? Para el Dr. Peale la fe no pasa de más una palabra para expresar autoconfianza, o un exagerado y no fundamentado optimismo. Oí decir que el Dr. Peale cambió su punto-de-vista después de haber escrito este libro, pero el libro se halla aún en circulación, y siendo leído. Y en ese libro parece estar bien claro que su pensamiento positivo es, a fin de cuentas, meramente un sinónimo para “fe en aquello que la gente quiere que sea verdad”.

Lo mismo se puede decir con relación al Sr. W. Clement Stone, el filantropista y fundador de Actitudes “Mentales Positivas”. “De simples hombres comunes hacemos superhombres”, dice él, pues desarrolló “la técnica de ventas para acabar con todas las técnicas de ventas”. Porque “usted puede incluso venderse a sí mismo, recitando de la misma manera como hacen los vendedores de la AMP todas las mañanas: “estoy contento, tengo salud, soy el máximo!.

“Pero la fe cristiana es bien diferente del “pensamiento positivo” de Peale y de las “actitudes mentales positivas” de Stone. Fe no es optimismo. Fe es una confianza racional, una confianza que, en profunda reflexión y certeza, cuenta el hecho de que Dios es digno de todo crédito.

Por ejemplo, cuando David y sus hombres volvieron la siclag, antes de los filisteos que hayan matado Saúl en la batalla, un terrible espectáculo los aguardaba. En su ausencia los amalequitas habían saqueado su aldea, incendiando sus casas y llevado cautivas sus mujeres y niños. David y sus hombres lloraron “hasta ya no tenian fuerzas para llorar” y entonces, en su amargura, el pueblo meditó en apedrear a David. Era una crisis seria y David fácilmente podría Haberse dejado caerse en la desesperación.

Pero, en vez de eso, leemos que “David se reanimó en el Señor su Dios”. Esta era una fe verdadera. Él no cerró sus ojos a los hechos. Ni intentó crear su propia autoconfianza, o decir a sí mismo se sentía realmente mucho bien. No. Él se acordó del Señor su Dios, el Dios de la creación, el Dios de la alianza, el Dios que prometió ser su Dios y colocarlo en el trono de Israel. Y a la medida en que David se recordaba de las promesas y de la fidelidad de Dios, su fe crecía y se fortificaba. Él “se reanimó en el Señor su Dios”.

Así, pues, la fe y el pensamiento caminan juntos, y es imposible creer sin pensar. CREER ES TAMBIÉN PENSAR!.

El Dr. Lloyd-Jones nos dio un excelente ejemplo neo testamentario de esta verdad en el comentario que hizo de Mateo 6:30 en sus Studies in the Sermon on the Mount (Estudios sobre el Sermón del monte): “Ora, si Dios viste así la hierba del campo, que hoy existe y mañana es lanzada en el horno, ¿no hara mucho más a vosotros, hombres de poca fe”?.

La fe, de acuerdo con la enseñanza de nuestro Señor en este párrafo, es básicamente el acto de pensar, y el problema de quien tiene una fe pequeña es no pensar. La persona permite que las circunstancias le opriman... tenemos que dedicar más tiempo al estudio de las lecciones de nuestro Señor sobre la observación y deducción. La Biblia está repleta de lógica, y sea algo meramente místico. Nosotros no nos sentamos simplemente en una butaca, permaneciendo a la espera de que cosas maravillosas nos acontezcan. Eso no es fe cristiana. La fe cristiana es, en su esencia, el acto de pensar. Miren hacia los pájaros, piensen en ellos, y hagan sus deducciones.

Vean los campos, vean los lirios silvestres, consideren esas cosas...La fe, si quisieran, puede ser definida así: Es insistir en pensar cuando todo parece estar determinado a oprimir y a en los poner por tierra, intelectualmente hablando. El problema con las personas de pequeña fe es que ellas, en vez de que controlen sus propios pensamientos, sus pensamientos son controlados por alguna circunstancia y, como se dice, ellas pasan a rodar en círculos. Esa es la esencia de la preocupación... Eso no es pensamiento; eso es ausencia completa de pensamiento, es no pensar.

Antes de dejar este asunto, que trata de lo que compite a la mente en la fe cristiana, gustaría tan solamente de abordar las dos ordenanzas del Evangelio: el bautismo y a cena del Señor. Pues ambas son símbolos llenos de significado, destinados a traer bendiciones a los cristianos, despertándoles la fe en las verdades que simbolizan. Consideremos a cena del Señor, por ejemplo. En su aspecto más simple, es una visible dramatización de la muerte del Salvador por los pecadores. Es un recuerdo racional de aquel evento. Nuestras mentes tienen que trabajar en torno a su significado y apropiarse de la certeza que nos ofrece. El propio Cristo nos habla a través del pan y del vino. “Morí por vosotros”, dice él, y que recibamos su palabra, ella debe traer la paz a nuestros corazones culposos.

De esta forma, Thomas Cranmer escribió que la cena del Señor “fue ordenada con este propósito, que toda persona de ella participando, en el comer y en el beber, se acuerde de que Cristo murió a su favor, y ejercite su fe, confortándose en el recuerdo de los beneficios que Cristo le propició”.

La seguridad cristiana es la plena “certeza de la fe”. Y si la certeza de corre de la fe la fe transcurre del conocimiento, del seguro conocimiento de Cristo y del Evangelio. Como lo expresó el obispo J.C. Ryle: “Una gran parte de nuestras dudas y de nuestros temores provienen de sombrías percepciones de lo que sea la real naturaleza del Evangelio de Cristo... la raíz de una religión feliz es un claro, preciso y bien definido conocimiento de Jesucristo”.

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